Todo comienza en la selva amazónica
Nativo Açaí se cosecha de la selva amazónica en el noreste de Brasil. Aunque la palma de açaí crece en muchas regiones diferentes del Amazonas, las mejores calidades de bayas açaí provienen de la región cercana a la ciudad de Belem, en el estado de Pará.
Açaí es cosechada Silvestre por los habitantes nativos de los ríos (Ribeiros) que crean cooperativas para la recolección y el transporte de las frutas del bosque. Nativo compra a cooperativas pre-aprobadas que son seleccionadas por su estricta adherencia a las regulaciones gubernamentales que pertenecen a la recolección de açaí en la selva.
La proliferación de açaí ha ayudado a elevar la situación financiera de los indígenas que cosechan las bayas. Además, obtienen la fruta directamente de la palma de açaí en lugar de talar los árboles lo cual ayuda a preservar la selva amazónica. Como tal, su compra de Nativo Açaí ayuda a apoyar la selva amazónica y a los Nativos que cosechan esta fruta poderosa.
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Se trata de la calidad
Nativo compra su açaí a coopertivas Nativo pre-aprobadas. Estas cooperativas trabajan con Nativo debido a su estricta adherencia a las regulaciones gubernamentales que pertenecen a la colección de açaí en la selva.
Açaí debe ser recogido de lo mas alto de las palmeras y estrictamente prohíbe la recoleccion de açaí del suelo para asegurar la calidad y la seguridad. Para recoger el fruto, cosechadoras escalan una palmera y proceden a cortar las ramas que tienen la fruta açaí. Saltan de palma en palma, obteniendo estas ramas, que caen al suelo después de que son cortadas.
Agricultores de Nativo extienden un pedazo grande de plástico en el suelo de la selva entre las palmeras que escalan para que al caer el acai no toque el suelo. Las bayas de Açaí son extraidas de las ramas puestas en cestas y ordenadas. Los Cosechadores se deshacen de los frutos de mala calidad y llevan las cestas llenas de fruta de calidad a los barcos que los transportan a un puerto en el que el açaí es recogido por camiones y llevados a las instalaciones de producción.
Todos los barcos y camiones que transportan el açaí como requisito deben tener un compartimento cubierto para mantener el fruto alejado del contacto directo del sol, ya que tal contacto puede acelerar la oxidación y descomposición.
Fresco, Nutritivo y Puro!
Açaí debe ser procesado y congelado dentro de las 24 horas de haber sido cosechado, de lo contrario, comenzara a oxidarse. Nativo normalmente completa el proceso en aproximadamente 12 horas. Esta rápida producción asegura que Nativo açaí este lo mas fresco posible al congelar.
Después de que la fruta ha sido cosechada por los ribereños nativos, las bayas son transportadas por barco a un puerto donde las cestas serán transladadas a un camión y transportadas a la planta de procesamiento. La limpieza de las bayas y la extracción de la pulpa deben seguir un proceso estandar desarrollado para maximizar la salud y seguridad y minimizar el tiempo de producción para asegurar la calidad más alta del açaí.
El proceso de producción de açaí tiene el mandato y esta altamente regulado por el Ministerio de Agricultura de Brasil, Sindifrutas (Unión de Industrias de Frutas y Derivados del Estado de Pará). Los inspectores de salud visitan trimestralmente las instalaciones de producción para asegurar el cumplimiento estricto de las directrices y regulaciones gubernamentales.
La Leyenda de Iaça
En la desembocadura del río Amazonas, cerca de la moderna ciudad de Belém, en el noreste de Brasil, una tribu amazónica se enfrentaba a la hambruna debido a una grave sequía. Como la tribu sufrió, su jefe, Itaqui se preocupo por conseguir como alimentar a su pueblo. Entre los ancianos del pueblo se formo un concenso , todos los niños nacidos de allí en adelante serian sacrificado por el bien de la tribu. Quizás debido a tal decreto, muchas lunas pasaron sin la concepción de un nativo. Como era de esperarse un nacimiento eventual se veía venir y cuando se dio, fue Iaçá la hija del jefe la que dio a luz a un hermoso niño.
El jefe, Itaqui, un hombre de palabra, no dudó en defender su decreto. Al darse cuenta de la gravedad de la situación, Iaçá imploró a su padre para salvar la vida de su hijo argumentando que los campos ya estaban verdes y había una abundancia de animales en toda la región. Sin embargo, el jefe mantuvo su palabra y el niño fue sacrificado. Iaçá, siendo abrumado por el dolor, se encerró en su habitación y de rodillas, rogó a los dioses por una manera de demostrar a su padre que tales atrocidades no eran la solución adecuada para las dificultades de la tribu. Ella lloró hasta quedarse dormida y en las primeras horas de la mañana se despertó con el llanto de un niño. Ella abrió la puerta y para su sorpresa vio a su hijo sonriendo al pie de una elegante palmera. Al principio, ella estaba en shock y luego se echó a correr arrojándose en la dirección de su hijo. Cuando abrió sus manos para abrazarlo, él desapareció y en su lugar se encontró envolviendo sus brazos alrededor de la palmera. En su luto, Iaçá lloró y lloró hasta que perdió la voluntad de vivir.
Al día siguiente, su cuerpo fue encontrado, todavía abrazando el árbol. Estaba muerta, pero su rostro sonriente irradiaba satisfacción y sus grandes ojos oscuros estaban fijos en la parte superior de la palmera. Itaqui noto que la palma tenía un montón de bayas de color púrpura oscuro, donde Iaçá intalo su mirada. Ordenó reunieran e inspeccionaran las bayas de inmediato. Se extrajo Un jugo intenso de color púrpura oscuro, el cual se hallo como un alimento muy nutritivo. Itaqui agradeció a los dioses por permitirle dar fin a la prohibición de dar a luz, asegurando el futuro de su gente. Revirtiendo el nombre de su hija, Iaçá, bautizó a esta misteriosa fruta Açaí. A lo largo de generaciones posteriores, esta, baya de color púrpura oscuro ha dado sustento a los pueblos nativos de esta región. Hoy en día, casi todos los habitantes de Belém beben el jugo de açaí gracias a las lágrimas de Iaçá.